¿Medio lleno o medio vacío?

Una afirmación es bastante sarcástica dice que un pesimista es un optimista bien informado.
Hay estudios que aseguran que las personas optimistas son más felices que las pesimistas. Porque pareciera que mientras los pesimistas piensan que los optimistas son ilusos, los optimistas piensan que los pesimistas sufren innecesariamente.
También se asegura que los optimistas son más exitosos que los pesimistas. Que los políticos optimistas ganan más elecciones, que los estudiantes optimistas obtienen mejores títulos, que los atletas optimistas ganan más competencias, que los vendedores optimistas producen más dinero.
Pero también se afirma que los pesimistas pueden aprender a ser optimistas. Pueden aprender a ver los aspectos positivos de los hechos, a ser más específicos acerca de sus efectos, que pueden aprender a no sobrellevar toda la culpa y a valorar lo bueno que hacen. Todo lo que se necesita es practicar, ya que el optimismo es simplemente una manera de reflexionar acerca de lo bueno y lo malo, una habilidad que cualquiera puede adquirir con adecuadas estrategias.
Se afirma también que el pesimista ve el vaso medio vacío y el optimista, medio lleno.
En estos días que nos tocan vivir, donde pareciera que el abatimiento y el desánimo llevan la delantera, sería bueno saber cómo mirar el vaso: ¿medio lleno o medio vacío?
Habría que aprender a mirarlo de ambas maneras: medio lleno y medio vacío. Y ser verdaderamente justo en esa visión. Sin dejarse llevar por las circunstancias, los comentarios, los medios, los rumores. Ubicarnos nosotros en los escenarios presentados y decidir honesta y conscientemente. Porque, sinceramente, nada es absolutamente blanco ni absolutamente negro.

Editorial de Calidatos 69 - Editora: Ana María Romera
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